Alberto Fernández viaja mañana a Jerusalén, Israel, para participar de la conmemoración del Día Internacional del Holocausto, establecido por la UNESCO para recordar cuando el ejercito soviético liberó a miles de judíos que esperaban la muerte sistemática en los hornos del campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau. Se trata del primer viaje internacional de Fernández como Jefe de Estado y su objetivo político -además de representar a la Argentina en las ceremonias oficiales- es transmitir su mirada sobre las relaciones exteriores a Vladimir Putin, Emmanuel Macron y Benjamin Netanyahu. Los líderes de Rusia, Francia e Israel quieren saber si la política exterior de la actual administración peronista repetirá ciertos clichés ideológicos y geopolíticos que aplicaba Cristina Kirchner cuando ocupaba la presidencia. Dependerá de Alberto Fernández explicar a Putin, Macron y Netanyahu que pretende ejecutar una diplomacia “desideologizada”, respetando la autodeterminación de los pueblos y sin injerencia en los asuntos internos de los países. Putin desea que su par de Argentina respete los acuerdos firmados con Mauricio Macri al finalizar la cumbre del G20 en Buenos Aires. En esa oportunidad, Argentina aceptó que capitales rusos levantaran una central nuclear, construyeran el tren que debería llegar a Vaca Muerta y participaran en el Gran Complejo de Paraná, que permitiría multiplicar las exportaciones agroindustriales a Rusia. Alberto Fernández estará 50 horas en Jerusalén y, ademas de su participación obligada en todas las ceremonias oficiales, se propuso desplegar una ofensiva diplomática que no sólo incluye a Putin. El presidente argentino también desea compartir unos minutos con Emmanuel Macron, el líder francés que sueña suceder a Ángela Merkel como canciller de Europa.