El presidente cenará con Ángela Merkel en Berlín, se encontrará con Pedro Sánchez en Madrid y almorzará con Emmanuel Macron en París, mientras sigue de cerca la negociación que aún no completó el gobernador Axel Kicillof con los acreedores privados (BP21) de la provincia de Buenos Aires.   Martín Guzmán, ministro de Economía, acompañará al presidente en sus encuentros con la canciller Merkel y el jefe de Gobierno Sánchez, y a continuación volará al Vaticano para participar de un evento académico sobre la deuda externa y mantener su primera reunión formal con Kristalina Georgieva, directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional (FMI). Guzmán sería recibido por Francisco en Santa Marta, si el protocolo de la Santa Sede encontraba unos minutos en su agenda papal. Alberto Fernández diseñó una estrategia de negociación de la deuda externa que tiene dos supuestos básicos: acordar primero con el FMI y además evitar sus condicionamientos políticos y económicos, como sucedió en épocas de Mauricio Macri y Nicolás Dujovne. Tras el posible acuerdo con el Fondo, la intención presidencial es cerrar un nuevo deal con los bonistas de New York que implique una poda mayúscula en los intereses que se pagan por los cupones de los títulos emitidos durante la administración de Cambiemos. La estrategia de Alberto Fernández respecto al FMI se basa en un concepto clave. Necesita que los países miembros del board del FMI compartan su posición y voten a favor de su hoja de ruta que contempla -en principio- no pagar un solo centavo de dólar hasta fines de 2023. Es decir: el presidente propone a sus acreedores estatales que forman el FMI, postergar los vencimientos de los años 2021 y 2022 hasta la finalización de su mandato. En el FMI, para lograr un acuerdo político, se necesitan los votos de Estados Unidos -fundamental-, China, Rusia, Canadá y un puñado de países de Europa. Entre esos estados europeos se encuentran Alemania, Francia, Italia y España. Y por eso, Alberto Fernández decidió hacer una gira relámpago -96 horas- para lograr que Merkel, Conte, Sánchez y Macron apoyen su estrategia ante el Fondo Monetario Internacional. La reunión con Merkel será clave para los planes de Alberto Fernández. No sólo por su porcentaje de votos en el board del FMI ( 5.32), sino también por su influencia regional. La lógica de este razonamiento es fácil de entender: así como Sánchez y Conte explican en ciertos países que Alberto Fernández pretende honrar la deuda externa y necesita tiempo, Francisco y Merkel hacen lo propio en otros niveles del poder real.